Enviado por : Liberto Brun Compte 2005-03-21 23:44:00 Los astronautas deberán protegerse de las llamaradas solares
21 Marzo 2005
Un estudio de las llamaradas más poderosas de los pasados 500 años, sugiere que podría venir otra gran llamarada que llevaría la potencia suficiente para matar a los astronautas dentro de una cápsula que no estuviese lo suficientemente bien protegida. La tripulación de una futura expedición a Marte podría tener grandes riesgos a menos que la nave este construida con los materiales correctos. Las llamaradas solares envían protones de alta energía que fluyen a través del sistema solar y la radiación es, a veces, lo suficientemente intensa como para poner en peligro la salud de los astronautas. En Enero, los dos tripulantes en la Estación Espacial Internacional tuvieron que refugiarse en la parte rusa, más abultada de la estación, durante toda una serie de llamaradas muy poderosas. ![]() Los científicos sólo han sido capaces de medir directamente la radiación de las erupciones solares durante las últimas cuatro décadas. El Sol probablemente produce erupciones con llamaradas mucho mayores que cualesquiera vistas durante este tiempo, así que para estimar el peor de los casos, simplemente acostumbraban sumar las intensidades de dos eventos conocidos o combinar las propiedades más peculiares de cada uno. Ahora, Lawrence Townsend de la Universidad de Tennessee en Knoxville, US, y sus colegas, han calculado los efectos de la radiación de la llamarada solar más poderosa jamás antes registrada, basados en la evidencia que dejó la llamarada en el hielo de Groenlandia hace cerca de 150 años atrás. El evento fue visto por el astrónomo británico Richard Carrington en Septiembre de 1859 (ver New Scientist del 4 Septiembre 2004) Muy fácilmente superó la monstruosa erupción de Marzo de 1989, que puso fuera de servicio toda la red de energía en Québec, Canadá. Protones de alta energía La radiación de la llamarada de Carrington formó nitratos y berilio-10 en la parte superior de la atmósfera. Estos terminaron congelados dentro del hielo en Groenlandia, permitiendo a los científicos de hoy día, medir sus niveles en los núcleos de hielo. La cantidad de nitratos implica que la atmósfera de la Tierra fue golpeada por alrededor de 20 000 millones de protones de alta energía por centímetro cuadrado, más que en cualquier otro evento en los últimos 500 años. Y el Berilio revela que el espectro de energía de estos protones era más o menos el equivalente a una llamarada de la cual se tuvieron registros en Agosto del 1972. El equipo de Townsend utilizó esta información para calcular las dosis de radiación que recibirían los astronautas de una llamarada del tipo Carrington, con diferentes niveles de escudos de protección. Encontraron que los astronautas colocados detrás de tan solo unos pocos centímetros de aluminio – el escudo que se encuentra en la mayoría de las naves espaciales – sufriría una dosis tal, que podría ocasionar una intensa afectación de radiación y aún posiblemente la muerte. Esto no debería de alarmar a los astronautas en la estación espacial, dice Townsend. Hay partes de la estación que tienen la suficiente protección aún para el caso del peor de los eventos, y la actividad del Sol está siendo vigilada constantemente, de manera que la tripulación recibiría los avisos con las suficientes horas de anticipación para poder ocultarse si ocurriese una de estas llamaradas. Pero esto puede tener implicaciones para el diseño de las misiones tripuladas interplanetarias de larga duración. El aluminio convencional no sería precisamente el material de construcción adecuado para una nave hacia Marte. “El aluminio no es un buen escudo para la radiación”, dice Townsend. “Estamos estudiando materiales alternos, como las espumas de polietileno y de carbono impregnadas con hidrógeno. Un evento de los peores podría soportarse si se utiliza otro tipo de material que no sea el aluminio”. Para mayor información ver artículo Ciencia@NASA ![]() |
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